Tengo mil pastillas con tu nombre, dosis de pasajeras alegrías, todas de colores grises, de matices extraños y sabores únicos, algunas me emborrachan en psicodelia, me prestan un alma para volar bajo tus ojos y nadar en olvido.
Tengo mil cenizas de tu noche, una cama que rezo con cada recuerdo, una almohada empapada en sudores olorosos y penetrantes, una colcha silenciosa, un condón cerrado y falsas esperanzas de usarlo sin ti.
Albergo mil flores podridas, un jardín apunto de secarse... sus huéspedes se discuten entre hierbajos malos, enredaderas oníricas y calabacitas tiernas.
Tengo pues... mil venganzas con tu sabor, otras mil sin él y toda la vida para recordarlo.