La saliva del deseo es el acido más corrosivo para un corazón
acorazado, el tuyo broto de entre tus piernas para diluir mi razón, y ahora no
hay cubierta que proteja las páginas de mis noches, solo la sensación de
debilidad y necesidad de que seas tú quien las cubra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario