24 nov 2011

Carta a una señorita de San Luis

Hoy no tengo ganas de escribir silencio, no quiero relamerme las orejas y pintarte una escusa,  prefiero dejarte esas a ti, yo en cambio buscare pellizcarle las mejillas a un sueño, tengo la boca seca y con cada trago que doy un verso se me resbala entre los dedos,  todo me sabe igual, a desierto.

Tengo el cigarrillo en la bolsa y tu nombre en el cajón de los recuerdos.

No puedo evitarlo, estoy cansado, mis brazos ya no te levantan como antes, mi pedestal se vino abajo y me tope de frente lo que siempre estuvo a tras tuyo, nada…
Tal vez empiece a volverme humo y tú te transformes en cristal…  

Lo he pensado sabes, mucho, bastante… tanto que me han salido ojeras de esperar a que amanezca, estoy rendido, no quiero ser el pendejo que siempre este allí  y es por este medio que pretendo darte a conocer, “tiro la toalla”.
Me rindo, el amor cuando solo jala de un lado nunca termina bien…

“El amor” que gris suena en mis letras, que ausente se haya de tu corazón, que lastima.
No sabes amar ni sentirte amada, no sabes sentir, ni besar, ni soñar, ni vivir, no sabes recibir una mano ni devolver una sonrisa, estabas muerta antes de que mis dedos intentaran tocarte y lo que palpe fue sal, polvo y un resfriado.

De amarte… te sigo amando, de buscarte ya he cesado… de estar contigo, bueno… quizás en otra vida, gracias.

“Los conejitos que vomitamos juntos se quedan conmigo, lo demás ya esta enterrado”

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