2 nov 2011

Mi musa

“Cuando eres consciente de la muerte, acabas asumiendo tu propia soledad”

Mi dulce amante de mortuoria y blanca osamenta ¿Por qué no me besas? Y me libras del pecado de la carne, pues es la piel castigo para los santos y cárcel para los herejes.
Ante la profundidad del infierno te he visto en la llanura de mi soledad, cosechando pétalos y ninfas, segadora, tanatosa majestad, mírame a los ojos y dime que me amas y en un profundo sueño perpetua mi corazón, maltrecho y dejado por los vicios de la vida.
Musa y obra, regalo y desdén, pronuncia mi nombre sin tus labios y masca mis ojos con tu sexo, y entre los chiclozos jugos de mi atardecer brotaran tus hijos en forma de mosca y gusanos, juntos bailaremos eternamente la canción silenciosa, el llanto de una amarga flor, la fruta del vientre de una estatua y entre el polvo me declarare tu esposo... jamás nos volveremos a separar
¿Cuánto cuestas? ¡Oh muerte! Y cuanto dueles…

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