"La ira no es vicio cuando se le aplica a los que la merecen"
Jack perdió a toda su familia cuando apenas era un crio, los idiotas del DIF lo recluyeron en una casa hogar y le pagaron las consultas con el psiquiatra hasta que cumplió los 17 años, después de eso el gobierno pensó que se las podía arreglar el solo, lo dejaron salir con un mediocre empleo de barrendero. La mitad de su sueldo se va en el ridículo cuarto que renta y la otra mitad en botellas de alcohol, Jack no tiene ningún problema con nadie a pesar de que llora ebrio una vez por semana, en resumen Jack es un buen hombre.
Un día como cualquiera se ve involucrado en un robo, cabe destacar que él fue la víctima, ¿Sobre el ladrón?... jamás encontraron su cuerpo. Este fue el inicio de un bello pasatiempo, claro que Jack no se pondría mallas ni un colorido nombre, quizás solo unos guantes y tal vez algún pasamontañas, lo que bastaba era que el destino le había puesto enfrente una meta.
La gente del barrio nunca se preocupo por las pequeñas desapariciones que ocurrían de vez en cuando, el distribuidor de estupefacientes, el vago de la cuadra, los pandilleros, las lacras, todos los mal vivientes fueron escanciando uno a uno, las personas… estaban felices.
Pero como siempre sucede un día como cualquier otro, alguien se entero de lo que Jack estaba haciendo y esta persona se lo dijo a otra, y esta a otra y así todo el barrio lo supo, lo raro fue que nunca nadie le acuso.
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