“una esclava es mantenida en un ambiente de terror”
Doña Lourdes servía el agua de la jarra con una calma ancestral al mismo tiempo que recriminaba los torpes trabajos de Azucena, la chica que había estado toda la mañana fregando platos ahora se encontraba tirada en el piso e intentándose recuperar de una horrenda tunda, sus captores, una familia tradicional de clase media no pasaba por alto ninguno de los descuidos de la joven, quien después de estar varios años usando un grillete ya se había acostumbrado a su forma de vida tan denigrante.
Un día, mucho tiempo después el menor de los hijos de Doña Lourdes le desencadeno para después dejarle abierta la puerta… Azucena entre lagrimas se paro, avanzo hacia ella y la cerro.
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