“Qué hacer cuando la esperanza de una vida feliz, yace salpicada en tus manos”
Para El ella era toda su vida, el amanecer desvelado y contemplar en sus pupilas cada recuerdo que le proporcionaba una sonrisa, y en sus labios el sabor de su saliva le reconfortaba, en las tardes sus paseos, largos pasos, banquetas rendidas ante los pies de dos amantes, transeúntes en la vida, aves de paso, soñadores con boletos sobregirados a ninguna parte, para El ella era toda su vida, era un café por las noches, una soda de especial sabor a cafeína, una novela que nunca acabo de leer, un segundo parado en el tiempo, el fragmento de una ilusión perpetua, bendita providencia del azar del destino, su canción favorita, una caricia con sabor a limón… Para El ella era toda su vida… Para Ella él no era nada.
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