“Solo con la dirección y la ayuda de Dios llegaremos a donde nunca nos imaginamos llegar por nuestras propias fuerzas”
El Cuchillo descendió una y otra vez sobre la blanca piel y esta se pinto de colores prismáticos y absurdos, ante los ojos de Valeria la justicia estaba siendo realizada, y mientras sus diestras manos cortaban, picaban y perforaban su hermana y hermano se debatían la cena de esta noche en un juego de cartas, Valeria no se detuvo ni cuando su hermano Tomas le dijo que la comida estaba servida, no, ella continuo dándole vida al cuchillo y quitándosela aquella familia cuyo único crimen había sido toparse con los Lujan, un trió de psicópatas carniceros.
A la mañana siguiente el mencionado trió, bañado, limpio y feliz partió en la camioneta robada a mejores horizontes, en el camino se encontraron a un par de misioneros cristianos, el vehículo se detuvo, Valeria descendió de él…
“Me das uno, dijo la chica refiriéndose a un panfleto cristiano
-¿Eres pecadora? Le contesto el joven
-A veces, dijo ella…”
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