Carmen se halla desnuda frente a su quinto amante de la semana, la timidez desaparece con el roce de sus dedos, las bocas se hablan, se buscan y se exhalan a centímetros una de otra, Joaquín, como decidió llamarse aquel intrépido aventurero esta noche, pasea sus manos por aquellos muslos, y cabalga su cuerpo en torpes pero deliciosos arremetes, sus pieles moteadas de lujuria brillan bajo la luz apagada y la concentrada mirada de Manuel.
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